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Cobertura mediática de la violencia contra las mujeres

¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en la deconstrucción de sociedades femicidas?

El presente artículo pretende analizar la responsabilidad social de los medios de comunicación con la prevención y mitigación de la violencia machista; un llamado de atención hacia las coberturas mediáticas actuales a los casos de femicidios. Nuestro trabajo de documentación y denuncia de violencias machistas se basa en gran parte en el monitoreo a los medios de comunicación; así que hemos logrado identificar varios puntos para la reflexión colectiva.

Femicidios en contexto

A nueve años de la aprobación de la Ley 779 y la inclusión del delito de femicidio en el sistema legal de Nicaragua; las organizaciones feministas denunciamos 556 femicidios: asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres, en el marco de relaciones desiguales de poder. Una cifra bastante mayor a las estadísticas oficiales que sólo reconocen los femicidios íntimos, es decir los femicidios perpetrados por parejas o exparejas, según las reformas a la ley.

En medio de una pandemia mundial, en 2020 el Observatorio por la Vida de las Mujeres denuncia 75 femicidios: la cifra más alta desde 2012 y 2014, cuando se registraron 70 casos cada uno de esos años. Es importante observar que el femicidio es la expresión más extrema de la violencia contra las mujeres y cómo señala María Teres Blandón: “El femicidio ocurre en un contexto social y cultural en donde existen amplios márgenes de tolerancia y justificación de la violencia machista[1]”.

Quienes estudiamos comunicación aprendemos que los medios son vehículos para la masificación de discursos y creencias; que contribuyen a la construcción y por ende a la deconstrucción de imaginarios sociales colectivos.

Marcela Lagarde destaca que los medios de comunicación tienen la capacidad de influir en cambios sociales “si sus recursos de comunicación, sus lenguajes y el tratamiento informativo o de investigación y difusión mediática desmontan el lenguaje agresivo machista y misógino, no recrean la violencia y la discriminación, y proceden con respeto a la integridad de las personas[2]”.

Pero, ¿cómo se llega a eso? Hasta ahora, en Nicaragua hemos visto varias iniciativas para la creación de herramientas educativas y la promoción de espacios de formación entre periodistas. Algunos medios, sobre todo digitales, han empezado a presentar contenido a profundidad sobre la violencia machista. Poco a poco se ha logrado que una gran mayoría de medios no se refieran a los femicidios como crímenes pasionales; pero sería ingenuo afirmar que el auge de la nota roja o la banalización de la violencia a través de las noticias son cosas del pasado.

Imaginarios del femicidio

En 2020, ¿cómo reportaron los femicidios los medios de comunicación en Nicaragua? Aquí algunos titulares:

“Hombre cegado por celos mata a su mujer de varias cuchilladas”

“Policía Nacional captura a salvaje que mató a jovencita”

“Mujer es asesinada en un camino solitario”

“Desalmados le quitan la vida a filazos”

“Encuentran a fémina en estado de descomposición”

“Mujer presuntamente asesinada”

La idea de que los hombres que ejercen violencia y matan, están “cegados”, son “salvajes” o “desalmados” sirve para desvincular la violencia del individuo que la ejerce: invisibilizando las violencias machistas previas al femicidio. El comportamiento violento suele justificarse con el consumo de alcohol y drogas, o porque el hombre a su vez ha experimentado violencia, o por trastornos mentales: todas situaciones que el femicida no puede controlar.

Por otro lado al nombrar a la víctima de femicidio como “su mujer”, se reconoce el derecho de propiedad del hombre. Múltiples veces hemos escuchado, a través de los mismos medios, cuando los femicidas confiesan, frases como “si no es mía, no es de nadie más”. “Cuando los hombres matan a las mujeres lo hacen porque se sienten dueños de esas vidas, porque se creen con el derecho de ponerle fin a una vida que consideran su propiedad, a un cuerpo al que previamente han humillado y deshumanizado” afirma Blandón[3].

Persiste la utilización juicios de valor sexistas para referirse a las mujeres víctimas de violencia. Datos que se presentan como parte del contexto, por ejemplo que la mujer se encontraba “en un camino solitario”, los hábitos cotidianos, la vida sexo-afectiva o la relación con el femicida; se utilizan para justificar la violencia. Las narrativas mediáticas que hacen énfasis en las acciones de la víctima en vez de las acciones del femicida, contribuyen al imaginario social de las mujeres como provocadoras o incitadoras de la violencia recibida.

Los medios contribuyen a la perpetuación del binomio de la “mala víctima” y la “buena víctima”. La mala, son las mujeres a las que se culpabiliza por la violencia que reciben; por acción u omisión, por provocar o por no hacer lo suficiente. Cuando las víctimas son niñas, la reacción de la sociedad es cuestionar a la madre bajo los mismos argumentos. En base a este binomio y a la narrativa mediática, hay una clasificación de los femicidios que causan más o menos indignación pública. El femicidio de una niña que según la narrativa mediática vivía en la calle y estaba robando en una gasolinera o el de una dolescente a quién le disparan mientras está en la esquina de su casa con unos amigos (ambos casos de 2020) causa poca indignación a nivel social. 

Se identifica, además, una intención de no nombrar las violencias machistas. Se continúan utilizando “aparece muerta” o “encuentran a mujer fallecida” para reportar los casos, en vez de enunciar que las muertes son resultado de violencias letales. Asunción Collante y Norma Flores, en el ensayo Medios y periodismo en América Latina: los feminicidios como espectáculo; explican que: “El empleo de eufemismos impide reconocer el feminicidio como un problema social de desigualdad de género y presenta estos crímenes misóginos como hechos aislados e individualizados, restando así importancia al hombre agresor y feminicida[4]”.

Otro punto de análisis es cómo los medios al ubicar estas noticias en secciones como Sucesos o Departamentales también están alimentando el imaginario de la otredad de la violencia: “Eso no pasa aquí, sólo allá” o “Sólo X tipo de hombres hacen eso”. Ideas que además de justificar la violencia, son clasistas y racistas. Encontramos también que muchos medios de comunicación considerados “serios” optan por no reportar las violencias machistas; organizando sus agendas en base a los acontecimiento político y económico del país: fallando en reconocer el carácter estructural de la violencia.

Responsabilidad de los medios

“¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en la deconstrucción de sociedades femicidas?” es la pregunta generadora de este  artículo. La pregunta en sí, reconoce que los medios y los y las periodistas PUEDEN ser protagonistas de cambio.

Muchos medios de comunicación, históricamente han alegado que sus agendas están marcadas por los intereses de la audiencia: titulando sus noticias de forma amarillista y describiendo todos los detalles de la violencia, mientras sigan teniendo altos ratings. Y por años, las organizaciones feministas han llamado la atención de los medios, recordándoles su función educativa y su responsabilidad social.

Rita Segato enuncia las pedagogías de la crueldad como las prácticas que enseñan y programan a las y los sujetos en contextos sociales. “La repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de la crueldad y, con esto, promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para la empresa predadora”[5] afirma Segato.

La constante divulgación de imágenes con sangre, personas heridas, accidentes de tránsito y los cadáveres de niñas y mujeres; en medios televisivos y en redes sociales, tiene un efecto deshumanizador. Cuando el sufrimiento es la noticia, los y las periodistas que dan cobertura a los casos aparentan ser inmunes al mismo.

Las transmisiones audiovisuales en vivo, cuando se da cobertura a casos de femicidios, evidencian esta falta de empatía: las preguntas invasivas a las madres y familiares, los cuestionamientos sobre la situación afectiva de las mujeres y el énfasis visual en la sangre o en el trabajo forense. Desde un análisis psicosocial, se podría asumir que la aparente falta de empatía puede ser una estrategia para lidiar con la violencia.

“En el caso de los feminicidios, de las agresiones y de las violaciones también hay una deuda pendiente de los medios con la sociedad. Cuando se informa, se informa para atraer espectadores y por lo tanto se produce un espectáculo del crimen” continúa Segato[6] con su crítica. La deuda hace referencia a nuevas formas de hacer periodismo, respetuosa de los derechos humanos y la integridad de las mujeres.

Para Segato, las coberturas mediáticas que incluyen descripciones detalladas de los femicidios pueden generar más violencia: ya que los femicidas son retratados como referentes de poder y masculinidad. “No hay que dar detalles morbosos de cómo fue el asesinato porque no suma, lo único que hace es sumar al morbo y envalentonar al violento que llega a la casa y amenaza”[7] explica Silvina Molina, periodisa argentina y autora del Manual de Género para Periodistas.

A nivel internacional, se habla de la necesidad de incluir la figura de Editoras de Género en las redacciones de los medios de comunicación: una persona encargada de revisar y dar seguimiento a los contenidos relacionados con mujeres. A nivel nacional, como mencionamos anteriormente, existen varias iniciativas para lograr este cambio: manuales e iniciativas de formación para periodistas.

Pero encontramos que se necesitan acciones más radicales. Se necesita que la academia también asuma su parte en la formación de profesionales que puedan hacer coberturas e investigaciones que respeten y protejan la integridad de las mujeres en situaciones de violencia y de las víctimas de femicidio. Se necesita que los medios de comunicación y periodistas ASUMAN su responsabilidad y el compromiso de CAMBIO, más allá del discurso: no pueden alegar desconocimiento o falta de información.                             


[1] Blandón, María Teresa (2017) Los femicidios nos hablan de la sociedad que hemos construido. Revista Envío No. 427.

[2] Largarde y de los Ríos, Marcela (2006) El derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia. Mujeres, globalizacion y derechos humanos.

[3] Blandón, María Teresa (2017) Los femicidios nos hablan de la sociedad que hemos construido. Revista Envío No. 427.

[4] Collante y Flores (2020) Medios y periodismo en América Latina: los feminicidios como espectáculo. Distintas Latitudes. Paraguay

[5] Segato, Rita (2019) Pedagogías de la crueldad. El mandato de la masculinidad. Feminismos Dossier. Revista de la Universidad de México.

[6] Trepiana, Ailín (2019) Rita Segato: «Los femicidios se repiten porque se muestran como un espectáculo». Entrevista. LMCipolletti.

[7] Córdoba, Matild (2017) “Cuando hablamos de femicidios debemos guardar los manuales tradicionales”. Entrevista a Silvina Molina. Media Cuartilla.